¿Nunca has hecho un roscón de reyes por ti mismo/a? No te preocupes, tenemos la receta perfecta para ti. En apenas dos horas, tendrás un esponjoso e irresistible roscón con esta sencilla receta adaptada a los menos experimentados.
Fácil, sencillo y ¡para cocinar en familia!
Esta receta es perfecta también para realizar en familia y pasar un buen rato, para después celebrarlo con un riquísimo roscón que tan típico es en fechas navideñas.
Los ingredientes que necesitaremos son los siguientes:
- 600 g de harina de fuerza
- 250 ml de leche tibia
- 30 g de levadura fresca
- 120 g de mantequilla
- Un limón y una naranja
- Frutas escarchadas al gusto
- Azúcar
- 4 huevos
- Sal
- Agua de azahar
Pasos a seguir:
Lo primero que debemos hacer es mezclar la leche tibia con 3 cucharadas de harina, a lo que añadiremos 30 gramos de levadura. Batimos bien todo y dejamos que repose 20 minutos en un lugar cálido. ¡No olvides taparlo para que fermente correctamente! Mientras esperas, realiza ralladuras de limón y naranja, asegurándote de que no tengan parte blanca, y guárdalas para después.
Posteriormente, en un cuenco/bol o similar, echamos el resto de la harina, 120 g de azúcar, las ralladuras realizadas anteriormente, un poco de sal, un par de cucharadas de agua de azahar, leche, 2 huevos, la masa utilizada antes y mantequilla. Mezclar todo y remover hasta que no haya grumos y se forme una masa homogénea.
¡Ahora toca amasar!
Esta parte suele gustar más a los niños, a quienes les gusta “pringarse” con la masa y darle forma. Debemos poner un poco de harina en una superficie plana, y sobre ella amasamos un buen rato. Puede que haga falta añadir un poco más de harina durante el proceso. Ten paciencia en este paso, puede que se haga largo y duro, pero merecerá la pena. Una vez hayamos dado forma de bola a la masa, la guardamos en un recipiente y lo tapamos con algo húmedo, para después dejarlo reposar dos horas aproximadamente.
Tras esto, el volumen de la masa habrá crecido bastante, de hecho, se debería de haber duplicado su tamaño (de no ser así, dejar reposar un poco más). Lo siguiente que debemos hacer es, otra vez, amasar de nuevo sobre una superficie lisa con harina. Ya no habrá que volver a amasar, por lo que debemos darle la forma final al roscón (con las cantidades utilizadas se pueden hacer dos roscones de tamaño medio, por lo que dividimos en dos partes la masa). Para realizar el agujero del medio utilizamos los dedos, introduciéndolos y extendiendo hacia fuera dando la forma buscada. Si el agujero no es muy grande, debemos utilizar un molde o aro de emplatar para que no se cierre el centro una vez lo metamos al horno.
Una vez hayamos dado forma a los roscones, los volvemos a dejar reposar una hora en un lugar cálido (si no encuentras ninguno, puedes calentar el horno mínimamente e introducir los roscones después, cuando todavía haya algo de calor dentro).
¡A decorar!
A continuación, es hora de dejar que fluya nuestra creatividad. Con un huevo, pintamos la masa para darle ese toque brillante tan atractivo para la vista, y decoramos los roscones con fruta confitada, azúcar, y cualquier otro ingrediente que deseemos añadirle, como por ejemplo, almendras laminadas. Si realizas esta receta en familia con tus hijos, seguro que les hace ilusión colocar la fruta confitada y decorar el roscón. Además, si quieres que el roscón vaya con “sorpresa”, introduce donde desees una figurita (asegúrate de que es horneable).
Por último, precalentamos el horno a 200 grados, y horneamos los roscones durante unos 20 minutos, hasta que esté dorado… ¡y listo!
Si queremos podemos ponerle nata, crema o cualquier otro condimento en su interior para darle un toque distinto, y acompañarlo de un chocolate caliente, un café, un vaso de leche o cualquier otra bebida. Para disfrutar de todo el sabor y textura del roscón, aconsejamos consumirlo en uno o dos días, aunque siempre puedes congelarlo para comértelo otro día.